3 conductas prosociales que quisieras enseñarle a los niños

Ayudar a los demás es una experiencia aprendida.

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Los comportamientos prosociales se refieren a los actos realizados para beneficiar a otros por razones distintas de la ganancia personal. Los niños muestran éstos al compartir con los demás, al cooperar, al tomar turnos o al estar allí por un amigo en necesidad. Ayudar desinteresadamente a los demás suele ser un comportamiento aprendido. Los padres que demuestran conductas prosociales predican con el ejemplo. Los niños pueden aprender acerca de ayudar a los demás a través de estudios de grupos religiosos o de otro tipo. Las escuelas proporcionan un ambiente comunitario que es ideal para animar y modelar conductas prosociales.

Empatía

Todos los niños nacen con la misma capacidad para la empatía. La forma en que se desarrolla depende del entorno. Los padres sensibles tienen más probabilidades de tener hijos que desarrollan conductas prosociales por sí mismos. Anima a los niños a pensar en cómo se sienten los otros y a que se pongan en sus zapatos. Habla sobre cómo se sentiría al perder a un padre, estar en una silla de ruedas o al mudarse a una nueva casa. Entender sobre lo que es ser diferente ayudará a los niños a saber cómo hacer que sea más fácil para los demás. La empatía ayuda a desarrollar también la comprensión y el conocimiento donde ellos puede que necesiten la ayuda de otras personas un día.

Valores morales

Los valores morales dictan lo que es correcto e incorrecto. Un niño con fuertes valores morales puede reconocer un error y ser más propenso a actuar para hacer lo correcto. Los estudios religiosos pueden ser un factor para la moral del aprendizaje ya que la religión es a menudo un área de estudio en el que las conductas correctas e incorrectas se discuten con sus consecuencias. La religión no es la única fuente de valores morales. Las expectativas para la conducta prosocial de los padres y maestros inculcan los valores morales e influyen en cómo un niño trata a los hermanos, los ancianos, los maestros y los compañeros.

Responsabilidad personal

El poder de una persona es una gran lección para un niño. Aprender que sus acciones pueden afectar a una comunidad, de manera positiva o negativa, puede abrir los ojos de un niño sobre su influencia. Si él no hace caso de que Johnny está siendo intimidado en el patio, nada cambia. Si él le avisa a un maestro lo que está ocurriendo, la intimidación puede cesar. Asumir la responsabilidad de las acciones circundantes es un gran salto en las conductas pro-sociales, pero también uno de los más pequeños. Un comentario al margen a la maestra, una mano en el hombro de un amigo que está pasando por un dolor. Estos pequeños gestos pueden marcar una diferencia en la vida de alguien. Puede tomar años para entender el poder que uno tiene.

Otros consejos

Los niños aprenden con el ejemplo y la experiencia. Muéstrales el comportamiento altruista y dales la oportunidad de demostrarlo. Permite que ayuden a sus hermanos menores o a los compañeros de clase siendo un mentor. Ayúdalos a recoger fondos para una campaña de donación en su escuela. Las amenazas y los castigos pueden ser eficaces para mantener controlado un comportamiento negativo, pero no promoverán las conductas prosociales. Hablar sobre los comportamientos positivos, tener expectativas y modelos claros son los métodos más eficaces para animar a los niños a hacer más por los demás sin pensar en sí mismos.

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