Cinco tipos de patrones de relaciones entre padres e hijos adultos

Los hijos adultos pueden asumir el rol de cuidadores de sus padres más adelante.

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El patrón de apego establecido en la infancia influye en la relación con los padres más adelante. La relación entre padre e hijo adulto puede cambiar con el tiempo y la madurez adquirida del hijo adulto. Sin embargo, una relación disfuncional entre padre e hijo puede persistir en la adultez del hijo. Los patrones de relaciones pueden ir desde dependiente hasta alienado.

Dependencia

En algunas familias, los hijos adultos son económicamente dependientes de sus padres debido a los estudios u otros motivos a corto plazo. Como resultado, los padres y sus hijos adultos deben seguir relacionados como padres e hijos en lugar de ser dos adultos iguales. Los hijos adultos también pueden ser continuamente dependientes de sus padres debido a razones de salud mental. Los padres que envejecen también se pueden volver dependientes de sus hijos adultos. La voluntad de los hijos para cuidar a sus padres depende en gran medida de la percepción que tienen de sus padres o de su sentido del deber personal.

Igualitario

La relación entre padre e hijo puede crecer de manera igualitaria a medida que el hijo llega a la edad adulta. En una relación igualitaria, los padres tratan y ven a sus hijos como iguales a pesar de la diferencia de años de experiencia. Los padres reconocen que sus hijos no sólo son libres para tomar sus propias decisiones, sino que tienen sus propias experiencias de vida que contribuyen a enriquecer la relación que hay entre ellos. En este patrón de relación, los padres pueden ver a sus hijos adultos como amigos además de ser sus progenitores.

Separado

La separación puede deberse a varias razones. Los padres que han abusado de sus hijos pueden esperar que sus hijos ya no les deseen hablar en la etapa de adultos. De la misma forma, los padres pueden apartarse de sus hijos debido a desacuerdos o debido a conductas destructivas tales como la drogadicción.

Manipulador

Si se establece un patrón de manipulación durante la infancia, puede continuar en la adultez. Las técnicas de manipulación pueden incluir hacer sentir mal al otro, rechazo, mentiras, negación de la realidad o tener una crisis personal cuando ocurre un cambio en la familia. Aunque la relación manipuladora puede causar rupturas frecuentes en el lazo entre el padre e hijo adulto, mantiene a los dos en un patrón de relación. Las relaciones manipuladoras pueden crear tensión en los lazos de relación con sus semejantes.

Infantilizar

En algunas relaciones entre padres e hijos, los padres se niegan a dejar crecer a sus hijos. El padre puede comportarse de una manera que no reconoce el crecimiento del hijo hacia la adultez. Un ejemplo de dicho comportamiento incluye la expectativa del padre a que su hijo haga y se apegue a lo que dice y a sus valores. Otro ejemplo puede ser un padre que se niega a aceptar la madurez, y por lo tanto, no puede reconocer la adultez de su hijo. El hijo adulto puede, como resultado, identificarse mejor con juguetes, gustos y apegos de la niñez que con juguetes, gustos y apegos descubiertos en la adultez.

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