Planifica la ubicación tu jardín de amapolas en un área que reciba mucho sol. Planta las semillas al principio de la primavera o después de última nevada para que estén listas al principio del verano. Si quieres que florezcan al final de la primavera, plántalas al pricipio del otoño.

Afloja el suelo usando un vástago, una azada, una pala o un rastrillo.

Esparce una capa ligera de abono o de fertilizante orgánico y rastríllala para distribuirla uniformemente.

Reparte las semillas a mano o usando un esparcidor de amplio alcance para plantar las semillas en el suelo previamente preparado. Como las semillas de amapolas son pequeñas, los jardineros a menudo las mezclan con arena para que se diseminen mejor. Plántalas en zanjas estrechas, si quieres que el jardín quede más organizado.

Cubre las semillas con una fina capa de suelo o arena. Esto ayudará a proteger las semillas de los pájaros o animales pequeños.

Humedece el suelo después de plantar y siempre que sea necesario. Las amapolas prefieren tierra húmeda. Tienen un sistema de raíces delicado y deberías regarlas hasta que estén enraizadas. La germinación depende del clima y debería ocurrir entre 4 y 25 días.

Corta los brotes, si lo deseas, cuando alcancen una altura de 5 pulgadas. Las plantas que están separadas entre 8 y 10 pulgadas tienen menos competencia entre ellas y producen más vainas y semillas. Continúa regando regularmente. El fertilizante líquido puede agregarse para conseguir plantas más vigorosas.

Cosecha las vainas y guarda las semillas para la siguiente plantación. Las amapolas se auto-procrean y deberían volver a brotar una vez que abren las vainas. En general, los jardínes de amapolas producen dos floraciones anuales con poco mantenimiento.