Juego de pelota

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Una de las actividades físicas más conocidas de la época prehispánica en América Central era el juego de pelota. Se trataba de una práctica habitual de los pueblos originarios desde el siglo XV a.C., que presenta ciertos elementos en común con el baloncesto actual y todavía es habitual en algunas comunidades de Guatemala y México. Los participantes se dividían en dos equipos y debían golpear una pelota de hule con sus caderas y muslos, con el objetivo de introducirla en un aro colocado en posición vertical sobre los muros que delimitaban el campo de juego.

Su significado

Los estudios de las comunidades precolombinas en la zona de América Central han determinado que el juego de pelota era de gran importancia en la vida cotidiana y religiosa de aquellos pueblos. Esta práctica era utilizada como forma de disputa para conflictos económicos y disputas de índoles variadas. En algunas ocasiones, los integrantes del conjunto perdedor eran penados con la decapitación. Además, el juego se vinculaba con celebraciones religiosas, motivo por el cual fue prohibido por los colonos españoles poco después de su conquista.

Pelota purépecha

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Otro de los juegos célebres de la época prehispánica en los actuales territorios de México es la pelota purépecha. Esta práctica, que también es conocida como pazarutacua, es bastante similar al hockey que se disputa en la actualidad. Los participantes se dividían en dos equipos y debían impulsar una pelota de alrededor de quince centímetros de diámetro hasta la meta contraria utilizando bastones de madera. El factor distintivo de esta disciplina es que la pelota de juego estaba encendida con fuego durante el partido y los jugadores debían evitar quemarse.

Otras actividades

A su vez, las comunidades prehispánicas que habitaban América Central practicaban otras disciplinas que implicaban un gran despliegue físico. La lucha tarahumara que implicaba batallas entre dos personas, el lanzamiento de flechas con arcos o balas con cerbatanas y las carreras de velocidad a pie y en canoas eran algunas de las disciplinas más habituales. La conquista española eliminó muchas de estas prácticas y sus vestigios, aunque muchas se mantienen en la actualidad gracias a la transmisión oral entre los miembros de estas comunidades.