Deuda interna vs. externa

Cuando un gobierno busca fondos para financiar su gestión, sea en nueva o mejor infraestructura o programas sociales, puede en lugar de aumentar los impuestos, buscar financiación.

Puede por ejemplo optar por emitir bonos, letras del tesoro y otros instrumentos de deuda pública y ofrecerlos a sus propios ciudadanos, en cuyo caso hablamos de endeudamiento o deuda interna. O puede optar por buscar financiación directamente de gobiernos o entidades extranjeras como por ejemplo el Gobierno de la India ante el Fondo Monetario Internacional, en cuyo caso hablamos de deuda externa.

Por tanto, la simple diferenciación entre la deuda externa y la interna es que la primera es la deuda en manos de bancos extranjeros y entidades internacionales, mientras que la segunda designa la deuda en poder de entidades e individuos nacionales.

La distinción entre la deuda interna y la externa es importante en el sentido de que la variable principal es la moneda en que se contrajo la deuda. Tal distinción puede resultar demasiado simple, sin embargo, la era digital y la globalización dieron lugar desde hace un par de décadas a una economía mundial integrada donde, para bien o para mal, las distinciones entre deuda “interna y externa” se han atenuado.

Es claro que aún existen diferencias entre las dos formas de endeudamiento, pero se han vuelto estrechamente integradas. Sin más preámbulo abordemos la tipología de la deuda interna versus deuda externa.

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La deuda interna

En términos simples el portal Economicsdiscussion.net nos explica que cuando un gobierno toma prestado dinero de sus propias instituciones y ciudadanos mediante la emisión de bonos, letras del tesoro y otros instrumentos de deuda, está creando deuda interna.

Cualquiera de nosotros puede argumentar que, por tratarse la deuda interna de un pasivo de la nación con sus propios ciudadanos, no genera una verdadera carga social, sin embargo lo cierto es que la deuda interna trae consigo implicaciones como conflicto en la jerarquía de pago respecto a la deuda externa, distorsión en materia de gestión tributaria y desaceleración en la tasa de crecimiento económica.

Cuando un Estado crea deuda pública, toma dinero prestado de sus propios ciudadanos y debe verse obligado a pagarles rendimientos o intereses. Una de las vías para lograrlo es aumentando la recaudación de impuestos.

Si el gobierno debe imponerle más impuestos al Sr. Smith para pagarle intereses, muy probablemente él tenga menos incentivos para trabajar y ahorrar, pues ganará menos e invertirá menos, lo que en masa crea un efecto disonante.

Por otra parte cuando el gobierno emite bonos, por ejemplo, se convierte en un competidor más en la demanda de fondos en el mercado de capitales que bien pueden ser usados por el mercado de valores para fines mucho más productivos que el gasto público, trayendo consigo una desaceleración en el crecimiento económico.

No queremos argumentar que la deuda pública sea del todo nociva, pues bien administrada puede permitir un control eficiente de la excesiva liquidez y devaluación de la moneda, asimismo se trata de una vía de financiación inmune a las tasas internacionales y los tipos de cambio o fluctuaciones de valor de las monedas extranjeras.

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La deuda externa

Cuando un gobierno toma prestado de otros gobiernos o bancos en el exterior, está creando deuda externa.

Más específicamente, existe la deuda externa cuando el compromiso se contrae en moneda extranjera con un acreedor extranjero. Esta distinción deja abierta la opción para los bancos estadounidenses que operan en América Latina, por ejemplo, para prestar dinero en dólares americanos.

Cuando una nación pide dinero prestada a otra, genera deuda externa, ésta se debe devolver tanto capital como los intereses, en divisas o en el equivalente en productos como oro, petróleo, otros commodities o bienes de consumo.

Si el país deudor no tiene suficientes fondos ni recursos para afrontar el pago de la deuda puede verse obligado a hacer ajustes en el consumo interno para generar la disponibilidad que permita el pago de los compromisos adquiridos con el extranjero.

Entre la década de los 80 y 90 países como India, Brasil y México debieron aplicar fuertes ajustes a fin de generar excedentes para el pago de la deuda externa con la consecuente carga social contra sus poblaciones.

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Deuda interna y externa, otras implicaciones

Las deudas externas o contraídas en moneda extranjera a menudo implican que las tasas de interés locales son altas. La deuda externa también significa que el prestatario es cautivo de las potencias extranjeras, ya que las tasas de interés externas y fluctuaciones del tipo de cambio afectarán directamente a la economía del mismo.

El endeudamiento interno significa que el país mantiene más su soberanía económica. La moneda local es más fácil de controlar para los bancos y los gobiernos locales mediante ajustes en la política fiscal y monetaria que la moneda extranjera.

En general, existe una estrecha interrelación entre los dos tipos de deuda que a menudo pueden hacer que la distinción entre ellos sea obsoleta. Economistas y académicos aluden una conexión clara entre las tasas de la deuda externa y las altas tasas domésticas.

Altas tasas internas alientan el endeudamiento externo, tasas internas más bajas alientan el endeudamiento local. La recompensa es que la deuda interna baja conduce a una estrategia exportadora, mientras que la alta deuda conduce a una estrategia importadora.

La deuda interna baja significa que el país gana en divisas mediante las exportaciones, ya que hay disponible más dinero para financiar la industria nacional. Elevado endeudamiento interno significa que el país debe importar elementos necesarios, ya que hay menos dinero disponible debido a los servicios de la deuda.

Por lo tanto, la alta deuda nacional es una espiral descendente. La distinción entre la deuda interna y externa es en gran medida una cuestión de semántica, ya que ambos tipos de deuda están conectados entre sí.

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