Componentes de la identidad individual

El concepto que se tiene sobre sí mismo es sumamente importante porque influye en todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas. Incluso en los que menos imaginamos. La forma en la que nos percibimos, la capacidad de sentir amor propio -y por otros- y aquello que nos motiva a fijar metas en el futuro proviene desde lo más interno de nuestro ser.

Filósofos, psicólogos, escritores, teólogos y monjes han estudiado qué nos hace ser una persona específica y no otra, qué nos lleva a tener gustos diferentes a otros, dónde se forman nuestras decisiones y cómo influye la sociedad o la familia en la creación del autoconcepto. Y todos ellos han llegado a una conclusión, aunque con matices diferentes: la identidad individual.

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Pero, ¿qué es la identidad personal o identidad individual?

En sí, la identidad personal se define como el autoconcepto, es decir, cómo nos percibimos a nosotros mismos en el aspecto emocional, físico, social, psíquico, espiritual, etc. Según Baumeister (1999), es lo que creemos que somos y la suma de nuestros atributos. Pero -en palabras más simples- la identidad personal no es otra cosa que comprender aquello que nos hace diferentes -y similares- a los demás.

¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Por qué estoy aquí? Todas estas preguntas surgieron en la antigua Grecia durante el nacimiento de la filosofía. El autor noruego Jostein Gaarder lo define muy bien en su novela El mundo de Sofía, donde trata de despertar la curiosidad de los lectores dándoles un paseo por los grandes postulados filosóficos de la historia.

Las tres preguntas de Gaarder no fueron elegidas al azar. Quién soy es la máxima pregunta de los filósofos esencialistas. Pero, ¿puede contestarse sin saber de dónde vengo o cuál es mi misión? No hay respuesta correcta a ninguna de estas preguntas, pero -sin duda- están ligadas al significado de la identidad individual.

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Formación de la identidad individual

¿Qué contestarías a “quién soy”? “Soy una persona”, “soy abogado”, “soy padre”, “soy japonés”. Esta respuesta es parte del concepto de ti mismo. Pero solo una parte. Todo lo que has hecho y sigues haciendo, tus vivencias, tu educación, tus valores, tu herencia familiar, los nexos que has formado con los demás, lo que anhelas, etc., ha sido construido, deconstruido y reconstruido por ti mismo para conformar una persona individual.

Para entenderlo, debemos profundizar en qué elementos conforman la identidad personal, que -en esencia- son cuatro: la imagen propia, el autoestima, la identidad social y el “yo” ideal. ¡Veamos de qué se trata!

1.- Imagen propia

¿Cómo te ves a ti mismo? La respuesta es tu imagen propia. Los seres humanos -y algunos animales- tenemos la habilidad de reconocernos a nosotros mismos, ya sea en el reflejo de un espejo o en un punto del planeta. Saber dónde estás, quién eres y cuáles son los rasgos que te diferencian de los demás -habilidades, gustos, capacidades y talentos- te permite formar una visión de ti mismo y, con el paso del tiempo, te ayuda a desarrollar los valores y principios que te definen como persona.

2.- Autoestima

No es más que cómo te evalúas a ti mismo, es decir, si te gusta quién eres, en lo que piensas, tus éxitos y fracasos. Se traduce en amor propio y se alimenta de la interacción social. El autoestima se desarrolla a una edad temprana -de 8 años- y depende de muchos factores, como la comparación con tu ideal de persona y con quién eres en la actualidad.

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3.- Ideal de persona o el “yo” ideal

No se trata de quién eres hoy, sino de quién te gustaría ser en el futuro. El “yo” ideal se desarrolla durante la adolescencia y es una representación próxima de lo que queremos alcanzar durante el trayecto de nuestras vidas. El ideal de persona podría definirse como el conjunto de conocimientos, triunfos, habilidades y rasgos que a alguien le gustaría tener en el futuro.

4.- Identidad social

Las personas son seres sociales que necesitan interactuar con otros para vivir en plenitud. Cada uno de nosotros tiene un espacio y puesto dentro de la sociedad definido por su orientación sexual, género, empleo, creencia religiosa, postura política, etc. La identidad social es un componente histórico de la identidad personal y ayuda a su formación porque es lo que te permite clasificarte como “abogado”, “madre”, “emprendedor” o “demócrata” en el entorno en el que te desenvuelves y te ayuda a conectarte con otras personas que comparten tus mismos intereses.

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