Los tipos de armas usadas en la Revolución Francesa

Las armas fueron utilizadas en la sangrienta Revolución Francesa.

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La Revolución Francesa (1789-1799) fue un conflicto sangriento en donde los radicales derrocaron a la monarquía del país. Muchas personas perdieron la vida durante este período violento, principalmente bajo el famoso método de la decapitación con la guillotina. Si bien las dagas y las espadas se utilizaban en los combates, muchas personas también murieron a causa de heridas de bala durante la Revolución y el reinado del terror que siguió.

Mosquete Charleville

El mosquete Charleville fue una de las principales armas utilizadas en la Revolución Francesa. Llamado así por la región de su fabricación, el mosquete Charleville era el mosquete estándar de los franceses que se activaba con chispa, tanto en los siglos XVIII como XIX. Se produjeron decenas de miles de mosquetes Charleville y, para cuando llegó la Revolución Francesa, el arma ya se había perfeccionado de modo que ya era tan larga ni difícil de manejar. El Charleville requería de una gran cantidad de trabajo para quien lo manejaba, ya que tenía que ser cargado con pólvora a través de la boca del cañón. Uno de los inconvenientes del mosquete era su inexactitud. Para el combate cercano, los soldados fijaban bayonetas en sus mosquetes, que eran sables largos que podían utilizarse para atacar a los oponentes a través del mosquete. El Charleville fue utilizado mayoritariamente por los franceses hasta 1816.

Pistolas

Los hombres que lucharon en la Revolución Francesa también utilizaron pistolas. Las pistolas eran más fáciles de usar que los mosquetes porque eran más fiables, estables y fáciles de desmontar. Sin embargo, no todo el mundo usaba una pistola, ya que no tenía el mismo rango que un mosquete. De hecho, estas estaban reservadas para soldados montados y en especial para los oficiales. La mayoría de los soldados rasos no las llevaban.

Cañones

Durante la Revolución Francesa se formó el Real Cuerpo de Artillería. Compuesto por artilleros, bombarderos y zapadores, la artillería hacía daño a distancia. Los cañones eran cargados colocando primero la bola dentro del barril. A continuación, un hombre debía colocar la bola en su posición en el interior. Después, otra persona era la encargada de cubrir el agujero del cañón con el pulgar para detener una explosión prematura. Posteriormente, el cañón era dirigido y encendido, lanzando su bola a la distancia. La artillería también tenía a su disposición latas que estallaban en formas de bolas de plomo cuando salían de la boca del cañón, rociando al enemigo con perdigones.

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