Step 1

Llena un tazón o una olla con agua fría. Añade una pequeña cantidad de sal y mezcla para disolver la sal. Sumerge uno o más huevos en el agua salada y observa los resultados. Para que la prueba sea rápida, sumerge sólo unos cuantos a la vez.

Step 2

Observa qué sucede cuando colocas cada huevo en el agua. Hay un pequeño bolsillo de aire en el extremo grande de un huevo. Este bolsillo es extremadamente delgado y es sólo del tamaño de una moneda pequeña en los huevos frescos. Los huevos viejos pierden humedad y dióxido de carbono a medida que envejecen, lo que aumenta el tamaño del espacio de aire. Este espacio determina la flotabilidad del huevo.

Step 3

Observa para ver si el huevo sumergido se hunde hasta el fondo y descansa sobre un lado. Si esto ocurre, el huevo está fresco. Los huevos que tengan por lo menos una semana de edad se hundirán también hasta el fondo, pero se sacudirán ligeramente en el agua. Los huevos de más de tres semanas se hundirán, pero se balancearán sobre el extremo pequeño y el grande apuntará hacia arriba. Los huevos dañados sólo flotarán.

Step 4

Revisa la frescura de los huevos sosteniéndolos frente a una luz si todavía no estás seguro después de hacer la prueba para ver si flotan. Los distribuidores a menudo usan este método. Usa una linterna u otra luz pequeña en un cuarto oscuro en busca de manchas oscuras dentro del huevo. Estas marcas ocurren cuando el espacio de aire entre la cáscara y la membrana se llena. Los huevos frescos son translúcidos mientras que los huevos viejos no. Los huevos viejos tienden a adherirse a la cáscara en un lado. Los huevos frescos pesan más que los viejos, por que tienen menos espacio de aire.