Economía global en el siglo XIX
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Si bien la economía no estaba tan profundamente conectada a fines del siglo XIX tanto como el los comienzos del siglo XXI, la gente estaba de todas formas extremadamente conectada por su comportamiento económico. Este tipo de interdependencia estaba en aumento hacia fines del siglo, debido a que la manufactura se iba tornado cada vez más importante y los países comenzaban a comerciar entre sí cada vez más.
Industrialización
El final del siglo XIX estuvo caracterizado por una cantidad extremadamente alta de industrialización. En comparación con los fines del siglo XVIII, había mucha más gente viviendo en ciudades y trabajando en fábricas que aquellas trabajando en granjas.
Esto afectó a la economía global debido a que conectó a la gente. Es difícil cultivar comida en una ciudad, por lo que tenía que ser traída desde el campo. Esto significó que los granjeros que antes cultivaban para si mismos y sus familias ahora estaban cultivando alimentos para personas lejanas que jamás habían conocido, quienes a su vez les pagaban para que pudiesen comprar granjas y casas más grandes, y equipamiento más moderno. Esta interdependencia fue parcialmente un resultado de la industrialización.
Velocidad
La economía global hacia fines del siglo XIX estuvo también caracterizada por un desarrollo económico extremadamente veloz para ciertas personas, lo cual no tenía prácticamente precedentes. La razón de esto es la industrialización mencionada anteriormente. Mientras más y más personas se especializaban en lugar de simplemente trabajar para alimentarse a si mismos, habían más innovaciones, lo que creaba procesos de producción más eficientes, más productos para vender, y en general más riqueza. Durante este período se comenzó a concebir la idea de que una persona podría tener un trabajo y un estilo de vida diferente a aquel poseído por sus padres.
Desregulación
La industrialización de fines del siglo XIX significó que había mucha gente con muchísimo más dinero. Sin embargo, no había ningún tipo de regulación que les indicase cómo invertir su dinero para mantener a la economía estable. Esto significó que hubo muchos más períodos de prosperidad y quiebras en el siglo XIX que las que hubo en el siglo XX, con al menos una crisis económica importante y un período de depresión por cada década.
Comercio mundial
Previo a este período, las naciones intentaban funcionar como unidades individuales, ya que el comercio se veía como un mal necesario e incluso como traición. En efecto, hacia fines del siglo XVIII, Gran Bretaña prohibía que sus ingenieros y especialistas ayudasen a otros países a industrializarse al negarles la salida del país. La economía global hacia fines del siglo XIX, por otro lado, estaba mucho más conectada. Las tarifas aduaneras eran más bajas, y los países en general más dependientes unos de otros. Esto significó que las compañías podían conseguir en el extranjero materia prima y mano de obra más barata, de este modo reduciendo el precio final de sus productos y creando más riqueza.
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Referencias
Sobre el autor
Sam Grover began writing in 2005, also having worked as a behavior therapist and teacher. His work has appeared in New Zealand publications "Critic" and "Logic," where he covered political and educational issues. Grover graduated from the University of Otago with a Bachelor of Arts in history.
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