Historia del injerto de plantas

El origen exacto del injerto de plantas es desconocido.

1870 Engraving by Winslow Homer (American Painter, 1836-1910): "Spring Farm Work---Grafting"

El origen exacto del injerto de plantas es desconocido. La práctica de propagar plantas y mejorarlas mediante su injerto en un portainjerto diferente surgió en forma independiente en varias partes del mundo. Se puede marcar la evolución de los injertos señalando las referencias hechas por científicos, jardineros y figuras públicas.

El primer injerto

Se cree que el primer injerto se originó por la simple observación de la unión natural de ramas de árboles que crecían cerca entre sí. La gente copió lo que ocurría con plantas relacionadas que crecían de cortes y abrasiones. Se cree que los chinos injertaban brotes y ramas que contenían yemas desde el año 2.000 a.C.

Griegos y romanos

El filósofo griego Aristóteles (384-322 a.C.) escribió: "El injerto de uno sobre otro es mejor en el caso de los árboles que son similares y tienen las mismas proporciones". Su estudiante Teofrastro escribió "Historia de las plantas" y "Sobre las causas de las plantas". Observó que era posible propagar plantas mediante esquejes que no tenían raíces.

En Romanos 11:16-21, el apóstol Pablo habla sobre injertar olivos "buenos" sobe olivos "silvestres".

Los romanos del primer siglo usaban injertos de púa, colocando los tallos en una grieta de la madera. El naturalista Gaius Plinius Secundus, también conocido como Plinio el Viejo (23-79 d. C), cuenta cómo realizar un injerto de púa.

Al trabajar con rosales y frutales, los romanos descubrieron que el pie de injerto influencia el vigor y el tamaño de la planta. Los injertos y las yemas eran atados con ramas flexibles o corteza, incluyendo la de sauce. Las fibras de las hojas de las palmeras del género Raphia reemplazaron posteriormente a la corteza de sauce. Los romanos sellaban los injertos con caliza mezclada con estiércol de ganado o arcilla. Esto fue luego reemplazado por cera de abeja, utilizada actualmente por algunos jardineros.

Renacimiento

Durante los siglos XV y XVI, marineros y exploradores llevaron muchas plantas de distintas variedades a Europa. Aunque estos aventureros no tenían idea sobre la naturaleza de los meristemas, que son tejidos vegetales indiferenciados a partir de los cuales se forman nuevas células, pudieron mantener muchas de estas plantas mediante injertos.

En su tratado botánico de 1660, "Historia de la propagación y mejoramiento de vegetales por la concurrencia de arte y naturaleza", el naturalista inglés Walter Sharrock describe el injerto de púa en detalle: "Los árboles de buena producción están hechos de vástagos de árboles fructíferos... los vástagos se deben elegir de los tallos más fuertes y sanos, no de tallos bajos o chupones, que tardarán mucho en producir frutos, lo cual es opuesto al objetivo del injerto".

Injerto en la Ilustración

Para el siglo XVIII, los botánicos conocían mejor la circulación de las plantas y cómo se realizaba éxitosamente un injerto. Los ingleses injertaban peras y manzanas.

Thomas Jefferson mencionó el injerto en 1767 en un diario de jardinería que mantenía en su residencia en Monticello. Reportó haber "inoculado yemas de cerezas comunes en pies de injerto de mayor tamaño".

Injertos en el siglo XIX

Para el siglo XIX, más de 100 técnicas de injerto eran descriptas en la literatura, incluyendo muchas que se utilizan ampliamente en la actualidad. En su libro de 1821, "Monographic des Greffes", el botánico francés André Thouin describe 1.119 tipos de injertos.

Injertos modernos

En la década de 1920, el injerto de sandía en portainjertos de calabacinos era muy común. El injerto de tomates, pimientos, pepinos, berenjenas y varios tipos de melones se volvió popular en países del Mediterráneo y de Asia.

Se estima que los invernaderos de América del Norte usan más de 40 millones de plántulas injertadas de tomate por año.

En la década de 1990, las compañías que producían maquinarias agrícolas introdujeron robots semi o completamente automáticos para hacer injertos. Aunque su uso está limitado por la falta de flexibilidad, se están desarrollando modelos con mejoras.

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