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Tamiza el polvo de henna para eliminar grumos.

Pon una media dentro de otra de modo que formen una doble capa y vierte el polvo de henna en ellas.

Anuda la parte superior de la media para que no se salga el polvo y colócala en el recipiente que tiene tapa. Agita un poco el recipiente logrando que el polvo se tamice a través de la media.

Abre el recipiente y quita la media. Vierte el polvo tamizado en un bol pequeño.

Vierte un poco de jugo de limón y mezcla bien hasta que la consistencia sea similar a la de un puré de papas acuoso.

Añade una cucharada de miel, la cual hará que la mezcla se espese un poco y ayudará a que el color se adhiera a la piel.

Cubre el recipiente con papel film y déjalo reposar durante varias horas. Verifica el recipiente cada una hora para comprobar si el colorante se ha liberado. Te darás cuenta de si lo ha hecho cuando la superficie de la mezcla comience a tomar color marrón en la parte superior y verde oscuro por debajo.

Vierte la mezcla en la botella con pico vertedor.

Aplica la tinta apretándola sobre tu piel, creando el diseño o motivo que desees.

Deja que se seque y luego, cuidadosamente, cubre el diseño con jugo de limón y azúcar hervido.

Seca el tatuaje con papel absorbente, cúbrelo con papel film y déjalo así durante la noche.