Pérdida de apetito en adolescentes

La depresión puede conducir a la pérdida de apetito.

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La pérdida de apetito entre los adolescentes se produce por varias razones. Aunque las razones de la disminución en el apetito pueden ser simplemente dolores de crecimiento, otras causas pueden ser más graves. Las causas subyacentes de la pérdida del apetito puede requerir atención médica, asesoramiento y educación nutricional. La falta de apetito de tu hijo adolescente puede conducir a la pérdida de peso poco saludable, la falta de nutrientes esenciales, un sistema inmune debilitado, y disminución de los niveles de energía. Después de hablar con tu hijo, consulta a un médico para obtener orientación médica.

Depresión

Según la American Academy of Family Physicians, o AAFP, los jóvenes o adolescentes que sufren de depresión pueden experimentar una pérdida de apetito. Otras señales que tu hijo puede estar experimentando depresión incluyen la pérdida de interés en sus actividades favoritas, un cambio en los patrones de sueño y no querer ir a la escuela. La depresión a menudo es causada por eventos traumáticos, como un divorcio o una muerte en la familia. La depresión provoca un desequilibrio en ciertas sustancias químicas en el cerebro, como la serotonina, que afecta tanto el estado de ánimo y el apetito. Si crees que tu hijo está deprimido, la AAFP recomienda hablar con tu hijo acerca de sus pensamientos y sentimientos. Consulta al médico de tu hijo con respecto a su comportamiento para discutir un plan de tratamiento o asesoramiento.

Medicamentos para el TDAH

Los medicamentos para el trastorno de hiperactividad con déficit de atención o TDAH, son los psicoestimulantes, que pueden causar a tu hijo que experimente pérdida de apetito, de acuerdo a la AAFP. El TDAH es un trastorno psicológico común entre los adolescentes y los niños, que generalmente provoca hiperactividad, falta de atención, desorganización, distracción y comportamiento impulsivo. Los adolescentes con TDAH pueden experimentar dificultades académicas y sociales. Evita efectos secundarios como la pérdida de apetito hablando con el médico de tu hijo adolescente acerca de una dosis más baja u ofreciendo alimentos saludables para tu hijo adolescente.

Mononucleosis

La pérdida del apetito es un síntoma de mononucleosis, o mono. Mono se contrae generalmente a través del contacto directo con la saliva de una persona infectada, como besar o compartir una bebida, brillo labial o utensilios de comer, según el sitio web Teens Health. Otros síntomas de la mononucleosis incluyen dolor de garganta, ganglios linfáticos inflamados, debilidad y dolor abdominal. Si bien no existe una cura para la mononucleosis, mucho descanso, ibuprofeno, una dieta bien balanceada y abundante líquido puede ayudar a tu hijo a sentirse mejor dentro de unas semanas. Toma precauciones para evitar la propagación de la enfermedad a los amigos o familiares.

Anorexia nerviosa

De acuerdo con la University of Maryland Medical Center, la anorexia nerviosa es un trastorno emocional grave que involucra un miedo irracional a engordar. Las personas que sufren de anorexia hacen grandes esfuerzos, incluyendo la auto-inanición y el ejercicio excesivo, para evitar el aumento de peso. La pérdida del apetito, sin embargo, se desarrolla en la anorexia de última etapa después de largos períodos de hambre. Si sospechas que tu hijo puede estar sufriendo de anorexia u otro desorden alimenticio, busca atención médica de inmediato.

Estrés

Similar a la depresión, el estrés puede causar una variedad de efectos negativos en el cuerpo, incluyendo disminución o pérdida del apetito. Los adolescentes que tienen dificultades en la escuela, tales como la intimidación o una discapacidad de aprendizaje, pueden experimentar una grave pérdida de apetito debido al estrés emocional y psicológico. Hacer frente a una tragedia o la muerte de un ser querido también puede causar estrés en la vida diaria de un adolescente. Dado que el estrés puede conducir a otros problemas psicológicos o emocionales, presta atención a las necesidades de tu hijo, haz preguntas, ofrece apoyo y busca ayuda profesional si es necesario. Anima a tu hijo a ejercer o participar en otras técnicas de reducción del estrés para aliviar el estrés y estimular el apetito.

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