Cómo esterilizar una aguja

Escrito por Larry Parr ; August 24, 2017

Si la aguja se utilizará para realizar una punción en la piel, aunque sea superficial, es necesario esterilizarla primero. A las agujas se las puede esterilizar básicamente de dos maneras diferentes: mediante la aplicación de calor o a través de medios químicos, tales como sumergirlas en alcohol rectificado o peróxido de hidrógeno. El método que elijas dependerá de qué uso le darás a la aguja, cuánto tiempo tienes para usarla y qué método es el más conveniente en el momento. Simplemente recuerda que es importante que elijas uno u otro método cuando vayas a perforar la piel con una aguja.

Ante todo, lava la aguja en la palma de tu mano con unas gotas de detergente para vajilla y agua. Frota tu pulgar sobre la aguja con el jabón hasta haber quitado todo resto de suciedad, grasa o aceites. Enjuaga y déjala secar sobre una toalla limpia de papel.

Dobla en dos una toalla de papel, luego humedécela y déjala a un costado. Agarra firmemente el extremo sin punta de la aguja con el alicate, las pinzas o un guante para horno y coloca sobre una llama la punta afilada de la aguja. La llama puede provenir de la hornalla de una estufa a gas o de una vela. No sostengas la aguja por encima de la llama (donde puede acumularse hollín), sino al costado, y sostenla allí hasta que la aguja esté muy caliente.

Coloca la aguja sobre la toalla de papel húmeda que preparaste antes y déjala enfriar.

Lávate las manos con alcohol rectificador o peróxido de hidrógeno y luego levanta la aguja del extremo sin punta. Trata de no tocar la punta de la aguja mientras trabajas.

Llena una taza de te con 1/2 pulgada de alcohol rectificador o peróxido de hidrógeno si no deseas esterilizar la aguja con calor. Coloca la aguja en la taza y déjala allí durante 20 segundos.

Lávate las manos con alcohol rectificador o peróxido de hidrógeno y luego cuidadosamente retira la aguja de la taza.

También puedes colocar una aguja durante 20 segundos en una taza con lejía pura. Usa guantes al retirar la aguja de la lejía.

No tengas en tus manos una aguja que acaba de ser retirada de la llama con los dedos desnudos.

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