¿Cuáles son las cuatro virtudes cardinales del Espíritu Santo?

Las cuatro virtudes cardinales proporcionan directrices para la acción moral.

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Existen cuatro virtudes cardinales como guías morales para los practicantes de la fe católica. El concepto de un sistema de cuatro virtudes se remonta a los antiguos filósofos, como Platón, Aristóteles y Sócrates. Sin embargo, San Tomás desarrolló la versión moderna de las virtudes cardinales. Derivadas de la palabra "cardo", que significa "eje", estas virtudes proporcionan las principales directrices alrededor de las cuales se centran todas las demás.

Prudencia

A menudo considerada la virtud clave, la prudencia está relacionada con el intelecto. Para poseer esta cualidad, debes dominar el conocimiento práctico necesario para tomar buenas decisiones. Una persona prudente toma decisiones morales rápidamente en todos los aspectos de la vida cotidiana. Cuando nos enfrentamos a una situación moralmente ambigua, deliberamos, juzgamos y decidimos. Es razonable tardar un tiempo considerable en deliberar por completo, pero una vez que la situación ha sido juzgada, se toman medidas de inmediato.

Justicia

La virtud de la justicia gobierna la voluntad y permite que una persona actúe una vez que ha tomado la decisión correcta. Esto implica todas las interacciones con la sociedad y con Dios. Una persona con la virtud de la justicia actúa de manera justa en sus relaciones y proporciona a otras personas lo que se les debe. La justicia se refiere al deber que tiene cada persona de pagar sus deudas a Dios, la sociedad y sus semejantes. Las deudas se producen cuando la otra parte tiene un derecho, el que puede ser fundamentalmente entregado por Dios, impuesto por el gobierno y la sociedad, o como resultado de alguna operación.

Fortaleza

La virtud de la fortaleza se refiere a las compulsiones humanas. Esta te permite mantener tu voluntad de actuar moralmente, incluso al enfrentar dificultades y tentaciones. Una persona con la virtud de la fortaleza actúa con valentía y justicia sin importar las consecuencias. La fortaleza inspira el equilibrio en las acciones de una persona, evitando tanto la cobardía que resulta en miedo como la imprudencia que resulta en la ira sin control. El componente fundamental de la fortaleza es la paciencia, que permite a una persona actuar adecuadamente sin ceder al miedo, el dolor y la tentación.

Templanza

La virtud de la templanza dicta la necesidad de equilibrio en la vida. Aunque es similar al concepto de fortaleza, la templanza regula el dominio de las tentaciones personales. Te advierte contra la búsqueda desenfrenada de placeres contrarios a la razón. Una persona moderada usa el juicio para discernir y evitar impulsos malsanos y vivir con moderación. Si se aumenta el control sobre las pasiones e impulsos, se puede vivir una vida de tranquilidad y serenidad. Sin embargo, necesitarás disciplina y vigilancia constante para mantener esta serenidad.

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