Cómo ganar confianza y respeto de tus subordinados

La confianza y el respeto de los subordinados, o empleados, no viene automáticamente con un puesto de trabajo de encargado. Como cualquier otro aspecto del trabajo, se tiene que ganar. Piensa de nuevo en cómo sueles ver a tus gerentes. ¿Cómo ganan o fracasan a la hora de ganar tu propia confianza y respeto? En nuestra carrera desenfrenada para llevar a cabo una serie épica de tareas en un tiempo mínimo, es fácil olvidar que los empleados también son personas. Seguir estos simples consejos te ayudarán a ganar el respeto y la confianza de tu personal.

Pasa tiempo con tu personal. Aunque la carga de trabajo puede exigir que pases mucho tiempo en tu escritorio, recuerda que una vez fuiste un empleado regular que esperabas ver a tu jefe de vez en cuando. A pesar de que tu trabajo de oficina es importante y tus empleados necesitan verte trabajando en él, trabaja para encontrar un equilibrio entre conseguir tus asignaciones y mantenerte en contacto con tu gente.

Toma tiempo para escuchar. Cuando un empleado te comente una preocupación, asegúrate de escucharle cuidadosa y atentamente, permitiéndole expresar sus preocupaciones. Si el empleado está descargando airadamente, sin embargo, invítale a pasar a tu oficina o al menos fuera del alcance del oído de todo el mundo. No sólo es el empleado el que siente que será escuchado, conseguirás el control de la destrucción moral potencial que podría causar su descarga y muestras a los otros empleados que estás dispuesto a tomar en serio sus preocupaciones.

Nunca olvides reprender a un empleado por un error delante de otros empleados. Ayuda al empleado a guardar las apariencias llamándole a tu oficina para discutir la situación. Intenta prologar las malas noticia con las buenas ("hiciste un buen trabajo en ABC. Cuando tuviste a XYZ, sin embargo, esto sucedió") y no trates de obligarle a dar una explicación precisa. Explica lo que ocurrió y cuáles son las ramificaciones y consigue que entre sobre lo qué causó el problema. Trabajar con el empleado para asegurarte de que no ocurra nuevamente.

Ten cuidado cuando des elogios y buenas asignaciones para repartirlos por igual entre los empleados. Sin duda tendrás personas en tu personal que te gusten más que otras y otras que te gusten menos. No recompenses el rendimiento mediocre o perezoso, por supuesto. Asegúrate de que tus beneficios se basan en estándares de representación verificables y nada más.

Trata la evaluación del desempeño de cada empleado individualmente. Frente a la tarea de escribir una docena de evaluaciones, por ejemplo, algunos jefes adoptarán un enfoque de hechos en serie y las hacen iguales para ahorrar tiempo. En su lugar, evalúa el rendimiento del empleado y no sus sentimientos personales sobre él. No dejes que tus emociones se interpongan en ser justo para el empleado.

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