Variedades

Las Amaryllis son conocidas por tener tallos gruesos y largos que llegan a los 2 pies (60 cm) de altura, con grandes y vistosas flores simples, dobles, o triples. Las flores a menudo alcanzan un tamaño de 8 o 9 pulgadas (30 o 32 centímetros) y vienen en una amplia gama de colores. Las Amaryllis tipo "Mónaco" tienen una floración de color rojo fuego y alcanzan 28 pulgadas (71 centímetros) de altura. Las de la variedad "Fantasía" tienen flores blancas con rayas rojas y rosas, y no tienen dos flores iguales. La Amaryllis tipo "Stargazer" tiene la forma de una estrella blanca en el medio de una flor roja, lo que le brinda una apariencia similar a la azucena.

Selección y preparación de los bulbos

Cuando selecciones un bulbo de Amaryllis para plantar, busca uno grande, que sea firme, y no tenga manchas. También debes elegir uno que tenga raíces sanas sobresaliendo de la base del bulbo. Si no vas a plantar tu Amaryllis inmediatamente después de haberla comprado, almacena el bulbo en un lugar frío y oscuro que tenga suficiente ventilación. Antes de plantarlo, empapa las raíces en agua tibia por tres o cuatro horas.

Plantación

Planta tus Amaryllis en una maceta que sea del doble de alto de tu bulbo y deja bastante lugar para que la planta crezca. Planta el bulbo en tierra húmeda para macetas, dejando dos tercios del bulbo sobre la tierra y una pulgada (2,5 cm) entre el bulbo y los costados de la maceta. Apison la tierra alrededor del bulbo, riégala completamente y coloca la maceta en una ventana que reciba la luz del sol.

Cuidado

Una vez que tu Amaryllis está en la maceta, riégala con moderación sólo para mantener la tierra húmeda. Cuando haya brotado, aumenta gradualmente el riego. Tu planta florecerá alrededor de cinco o seis semanas después de haberla plantado. Una vez que florezca, cambia la maceta a un lugar más fresco, que reciba menos luz, para prolongar la vida de las flores.

Cuidados posteriores

Una vez que las flores se marchitan, debes cortar el tallo a 1 o 2 pulgadas (2,5 o 5 cm) por encima del bulbo, dejando que las hojas continúen creciendo durante el verano. Mantén un riego regular y comienza a alimentar la planta con un fertilizante para todo uso hasta fines del verano. En septiembre, coloca el bulbo en un armario oscuro y déjalo inactivo por algunos meses. Lleva la planta al exterior a finales del otoño o a comienzos del invierno, corta las hojas marchitas, riégala completamente, reemplaza la tierra perdida y colócala en una ventana que reciba luz solar. Las flores volverán a salir en la temporada de Navidad.