Sobre los campesinos durante la revolución francesa

Los campesinos fueron uno de los motores de la revolución francesa.

http://history-world.org/french_revolution.htm, http://www.cs.princeton.edu/~chazelle/pics/LeNainPaysans.jpg

Los revolucionarios fanáticos como Robespierre o Marat son quizás la imagen más evidente de la retórica de libertad, igualdad y fraternidad que precedió a la revolución francesa. En realidad, la semilla del derrocamiento de la nobleza y casi por casualidad, de la monarquía, fue sembrada por el anticuado sistema feudal. Fueron los campesinos franceses, cuyo grito de batalla parecía ser "Lean mis labios, no más impuestos ¡ Mejor denme pan!", y no alguna frase inflada y radical sobre libertad.

Concepciones equivocadas

Campesinos franceses.

Al discutir las condiciones que provocaron la revolución francesa, es fácil ahondar demasiado en los agitadores rebeldes que proclamaban libertad, igualdad y fraternidad. Los campesinos franceses, sufriendo bajo un sistema feudal oscuro y arcaico, estaban más interesados en derribar los impuestos que provocaban que sus condiciones de vida disminuyeran a un ritmo alarmante en muy poco tiempo. No tenían el menor interés en derrocar a Luis XVI ni a María Antonieta, que por cierto, tenían un alto grado de popularidad. La nobleza y la iglesia, sin embargo, exprimían al tercer estado a través de los impuestos y los diezmos.

Período

Los campesinos franceses experimentaron desempleo masivo en la década de 1780 debido al agudo declive de la importante industria textil nacional. Ésto, sumado a una explosión demográfica de cerca del 25 a 30 por ciento en 90 años, que no fue equilibrado con un aumento considerable en la producción alimenticia. Además, la peor cosecha en 40 años ocurrió en el invierno de 1788-89, sumándose a la crisis alimentaria. Con más bocas que comer, los campesinos franceses seguían obligados a pagar cantidades considerables de sus pequeños ingresos para pagar la renta e impuestos sobre casi todo, desde la sal hasta la harina.

Significado

Debido a sus deficiencias inherentes, el sistema feudal estaba muriendo en gran parte de Europa desde hacía varias décadas. La agricultura francesa no seguía el ritmo de las mejoras e innovaciones que existían en Holanda y las Islas Británicas, por mencionar un ejemplo. Francia, que nunca fue una nación comerciante, obtenía la mayor parte de sus ingresos mediante una vertiginosa gama de impuestos internos que parecían desproporcionados para aquellos a quienes más difícil les resultaba pagarlos, los campesinos. Cuando los campesinos llegaron al punto en el que no podían sobrevivir, comer y al mismo tiempo pagar los onerosos impuestos, las revueltas comenzaron.

Tipo

Revueltas.

La imagen del campesino francés es la de la elegante y gentil figura de las pinturas al óleo del romanticismo. Cierto, probablemente vivían mejor que la mayoría de su clase en el resto de Europa en aquel momento, pero seguían siendo increíblemente pobres. Eran dueños de hasta el 40 por ciento de la tierra arable, pero subdividida en pequeñas parcelas, tal y como había sido desde la Edad Media. Los campesinos urbanos, muchas veces desempleados debido a la menguante industria textil, subsistían con magras ganancias obtenidas de la prostitución, el robo y la venta de artículos de segunda mano, o bien no subsistían. Sin embargo, para cada una de estas clases, la renta y los precios de los alimentos seguían en aumento, sin un aumento correspondiente en sus ingresos.

Efectos

La inflación rampante en el duro inverno de 1788-89 provocó hambruna generalizada en el campo y en las ciudades, especialmente en París. Y aunque los salarios aumentaron un 22 por ciento, el costo de la vida lo había hecho en un 62 por ciento. Las clases bajas se veían desalojadas de sus viviendas, y aquellos desafortunados que morían, eran enterrados en fosas comunes. Las revueltas trajeron poco alivio e incluso contribuyeron a aumentar el desempleo, y los impuestos excesivos aun tenían que ser pagados. El escenario estaba puesto para una rebelión en contra de los consumidores de los impuestos y el diezmo: la nobleza y la iglesia.

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