Step 1

Examina tu piercing en el espejo para asegurarte de que esté completamente sano antes de intentar cambiarlo. De acuerdo con la Asociación Profesional de Piercings (APP), tu perforación debe cumplir con ciertos criterios antes de que te cambies los aros: no deben estar sensibles, no debe tener costra o segregar líquido y el período de curación debe haber culminado. Cuando te haces un piercing por primera vez, seguramente te informaron acerca del período que tardaría en sanar. Si no estás seguro de que ya pasó el tiempo de sanación, contacta al estudio en donde te lo hiciste.

Step 2

Lávate las manos con agua tibia y jabón antibacterial.

Step 3

Limpia el piercing con una solución limpiadora recomendada por la persona que te hizo la perforación. La solución típica es un poco de jabón antibacterial, solución salina sin aditivos o mezcla de sal marina libre de yodo. Embebe un disco de algodón con la solución, aplícala en el piercing y enjuágalo bien con agua.

Step 4

Moja el piercing con agua para ablandar la piel alrededor del mismo. Esto ayudará a remover la vieja joya e insertar la nueva.

Step 5

Retira el aro provisorio que llevas puesto y déjalo a un lado. El procedimiento varía dependiendo del tipo de joya que estés usando. Las joyas que se aseguran por tensión necesitan ser quitadas doblándolas o quitando la argolla o traba del medio. Las piezas a rosca deben quitarse desenroscando la tuerca en sentido horario. Otros tipos de joyas pueden simplemente retirarse sin necesidad de desenroscar o doblarlas.

Step 6

Desinfecta con cuidado la nueva joya con la solución limpiadora que usaste para el piercing.

Step 7

Introduce el nuevo aro gentilmente en el piercing y asegúralo. Dependiendo de la joya que tengas, tal vez debas asegurarla doblándola o torciendo el metal, enroscando una tuerca o presionando las partes juntas.