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Humedece un cepillo de dientes pequeño, que quepa cómodamente en tu boca, y agrega una pequeña cantidad de pasta dental que combata la placa y las caries. En lugar de hacer movimientos de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo con el cepillo, ubica las cerdas para que formen un ángulo de 45 grados con la superficie de tus dientes. Realiza pequeños movimientos circulares, como si estuvieras lustrando el exterior de un auto.

Cepilla la parte posterior de tus dientes usando esta técnica. La placa con frecuencia se esconde detrás de los dientes.

Enrolla el extremo de un trozo largo de hilo dental alrededor de tu dedo índice derecho y el otro extremo alrededor del izquierdo. Sigue enrollando con ambos dedos hasta que quede una parte de hilo estirado de 2 pulgadas de largo entre las dos manos.

Introduce el hilo entre los dientes, asegurándote de que el mismo se roce contra cada sector de la pequeña superficie. Enrolla un poco más de hilo para desplegar un trozo limpio del mismo y repite el procedimiento en otra parte de la encía. Continúa con esta tarea hasta que hayas cubierto toda tu boca. Luego enjuágala con agua. Este es uno de los métodos más efectivos para deshacerte de la placa.

Llena el contenedor del irrigador bucal con agua fresca. Colócalo en la posición media y rocía el área entre los dientes, donde es más probable que la placa aparezca, con la presión del agua. Cuida que la presión no sea demasiado fuerte, ya que podría lastimar las encías.

Usa removedores de placa de madera para las zonas más rebeldes. Estos instrumentos son lo suficientemente fuertes como para despegar la placa, pero no dañan el esmalte dental. Coloca el extremo puntiagudo del removedor entre tus dientes sobre la línea de la encía. Frota delicadamente desde atrás hacia adelante contra el esmalte. Enjuaga y repite con el siguiente diente. Continúa con el procedimiento hasta que hayas limpiado toda tu boca.