Consecuencias lógicas si tu hijo adolescente da portazos

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Dar portazos es algo intolerable. Puede dañar la casa y, lo más importante, es irrespetuoso e inmaduro. Cuando los adolescentes dan portazos, es señal de que están en su punto límite y necesitan escaparse de una circunstancia, pero no pueden expresar esa necesidad verbalmente.
Haz un repaso del procedimiento correcto
Parece tedioso, pero tomarte el tiempo para hacer un repaso completo del procedimiento adecuado para cerrar una puerta sentará las bases para tus expectativas respecto a que los portazos deben cesar. Anota las instrucciones y haz un repaso de ellas tú mismo primero para asegurarte de haber establecido exactamente cómo quieres que se cierre la puerta. Revisa las expectativas que escribiste con tu hijo. Muéstrale cómo quieres que cierre la puerta. Haz que lo practique. Coloca las instrucciones para cerrar la puerta sobre ella para que tu hijo las vea bien.
Amortigua la puerta
Parte de la satisfacción que obtiene un adolescente al dar un portazo es el ruido fuerte que hace la bisagra al chasquear. Elimina ese factor colocando tacos para puertas. Esto amortiguará el ruido y también evitará que la puerta se cierre por completo. Explícale que no todo el resto de la familia tiene que soportar el "boom" que hace la puerta al cerrarse de un golpe. Por consiguiente, el taco para puerta permanecerá allí hasta que tú, como padre, decidas darle otra oportunidad para demostrar su capacidad para cerrar bien la puerta.
Haz que le cueste dinero
Dar portazos a veces resulta en daños en la puerta. También puede provocar que se caigan portarretratos de las paredes o que las cosas se caigan de los estantes. Hazle saber a tu hijo que cualquier daño que le ocasione a la puerta porque la cerró de un golpe se pagará de su bolsillo y no del tuyo.
Quita la puerta
Si le has dado a tu hijo suficientes oportunidades para cerrar la puerta adecuadamente y no ha dejado de dar portazos, es hora de quitar la puerta; preferentemente la de su dormitorio. Dile por qué quitas la puerta y qué puede hacer para volver a tenerla. Luego, haz que te ayude a quitar la puerta. Guárdala donde pueda verla a modo de recordatorio. Infórmale por cuánto tiempo no tendrá puerta. Cuando termine el tiempo de castigo, vuelve a colocar la puerta.
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Referencias
Sobre el autor
Amy M. Armstrong is a former community news journalist with more than 15 years of experience writing features and covering school districts. She has received more than 40 awards for excellence in journalism and photography. She holds a Bachelor of Arts in communications from Washington State University. Armstrong grew up on a dairy farm in western Washington and wrote agricultural news while in college.
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