Step 1

Ve hacia el niño cuando hables con él para así no estar gritándole desde la otra punta de la casa. Si tu hijo te escucha gritando por la casa, es probable que crea erróneamente que también puede gritar por la casa.

Step 2

Habla a tu hijo con una voz baja, incluso si estás enojada. Si el niño te ve gritar cuando estás enojada, probablemente empiece a gritar cuando se sienta enojado.

Step 3

Hazle notar a tu hijo que está gritando. Cuando lo hagas, dilo utilizando tu "voz interior" para que tu niño pueda comparar sus niveles de voz con los tuyos. Si no puede escucharte, verá que tus labios se están moviendo y se callará.

Step 4

Hazle preguntas sobre su nivel de voz alta, como por ejemplo: ¿te distrae que los demás hablan fuerte cuando estás intentando concentrarte y trabajar? ¿Por qué? ¿Te gusta que hablen encima tuyo? Esto lo ayudará a comprender que no le gustan las voces fuertes y, por lo tanto, no debería hablar fuerte todo el tiempo.

Step 5

Haz que tu hijo practique su voz interior y exterior. Dale un ejemplo de cada uno, y deja que practique ambos. Dale una cierta cantidad de tiempo permitido para cada tipo de voz. Por ejemplo, mientras hace la tarea, cena, o durante la tarde, debería utilizar su voz interior. En el tiempo libre y cuando juega afuera, permítele utilizar su voz exterior.

Step 6

Dale al niño la atención que busca solo cuando utilice el rango de voz apropiado. Si está gritando, llorando y chillando para llamar la atención, ignóralo y dile que baje su voz y utilice su voz interior ya que solo así reconocerás que quiere o necesita algo. Una vez que comience a hablar con el volumen apropiado, prémialo con atención positiva y dale lo que quiere.