Dioses

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Los incas adoraban a muchos dioses, cada uno de los cuales tenía un área particular de influencia. El más poderoso de ellos era Viracocha, quien los incas creían ser su creador. Viracocha fue también el creador de los otros dioses. Los incas también adoraban a Inti, el dios sol, ya que se creía que esta estrella favorecía el crecimiento de los cultivos agrícolas, y a Mama Quilla, la diosa de la luna, dado que el ciclo de la luna era la base del calendario inca. Otros dioses eran Illapa, el dios del trueno, y Mama Cocha, la diosa del mar.

Espíritus

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La adoración incaica no se limitaba a los dioses, sino que también abarcaba otras entidades. Creían que huacas o espíritus residían en lugares u objetos. Éstos incluían manantiales, rocas y cuevas, los que proporcionaban lugares de culto terrenal. Al igual que los dioses, cada huaca tenía ciertos poderes, que eran específicos de la ubicación de la huaca. Por ejemplo, una huaca dentro de un manantial era responsable del flujo de la primavera.

Sacrificios

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El inca llevaba a cabo muchos rituales como parte de sus creencias, y a veces éstos iban acompañados de un sacrificio. Como una ofrenda y una forma de culto a los dioses, el inca normalmente sacrificaba cobayas y llamas. Los rituales eran conducidos generalmente por un sacerdote que cortaba la garganta del animal a ser sacrificado. Con frecuencia también se ofrecían alimentos y bebidas, siendo la comida quemada y las bebidas vertidas en el suelo.

Vida después de la muerte

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La religión incaica también contemplaba un concepto del más allá. Los incas creían que después de la muerte quienes habían sido buenos en la tierra se iban a vivir con el sol y disfrutaban de comida y bebida perpetua. Los que habían sido malos vivían bajo tierra en el frío, sin comida. Los funerales durante el imperio incaico requerían un ritual elaborado y el cuerpo del fallecido por lo general era enterrado, a menos que el individuo tuviera un estatus alto. Estos individuos, incluidos los emperadores, eran momificados.