Teoría ética formalista
Forma y contenido son términos metafísicos comunes en la filosofía. La forma es el "contorno" de la cosa, un contenedor sin contenido. Los conceptos de "bien" y "correcto" son formas. El contenido es la manifestación específica de esa forma. Algo "bueno" puede referirse a ayudar a alguien que lo necesita. Este es el contenido. Por lo tanto, el formalismo ético rechaza la cuestión de los actos morales y se concentra, en cambio, en las fuentes fundamentales del bien moral sin importar su aplicación.
Forma y contenido
Cualquier teoría ética tiene una forma, o regla de acción, y un contenido, la naturaleza específica de tal acción. El formalismo ético deja de lado todo contenido. El formalismo es un universalismo ético con leyes que son absolutas. Entonces, el contenido de cualquier acción moral específica no tiene significado. Si una ley universal dice "no engañes", entonces bajo ninguna circunstancia está permitido engañar.
Kant y el formalismo
Immanuel Kant es uno de los promotores más importantes del formalismo ético. Desde su punto de vista, ninguna teoría ética puede preocuparte por el contenido de hecho de una acción moral específica (deben formarse reglas basadas exclusivamente en la constitución de la voluntad humana misma). Esto sugiere que la voluntad humana puede aplicar reglas para todas y cada una de las situaciones con las que se enfrenta. Comienza desde el punto de vista de la igualdad humana y se resuelve en la idea de que solo las leyes universales decididas en libertad pueden tener algún contenido moral.
Valor intrínseco
El formalismo ético sostiene que la fuente y la base de las leyes éticas contiene su valor. Por ende, las consecuencias no importan. El famoso principio formalista kantiano es uno de los más renombrados de entre las ideas formalistas éticas. Para Kant, una acción verdaderamente moral es una que procede de una voluntad libre. La voluntad es libre cuando ninguna influencia externa, tal como el interés propio, interfiere con ella. La voluntad es en este caso completamente libre y, entonces, totalmente universal. La acción ética que deriva de la voluntad es realmente buena porque es tanto libre como universal. La universalidad se convierte en la base de la moralidad porque no toma en consideración ningún interés específico. Es moral por el solo hecho de ser moral.
La humanidad como un fin
El famoso formalismo kantiano muestra la fuente de la acción moral a través de una voluntad que es totalmente libre de constricciones y, entonces, necesariamente es completamente universal. Todos los seres humanos racionales son capaces de esta clase de acción. Dado que esta es la fuente del bien moral, y que todos los humanos pueden ejercerla, entonces cada persona racional es fuente de bien moral. Si esto es cierto, entonces todos los humanos deben ser tratados como fines en sí mismos y nunca como medios. El concepto de universalidad significa que las reglas morales reales deben aplicarse a todos por igual.
Referencias
Sobre el autor
Walter Johnson has more than 20 years experience as a professional writer. After serving in the United Stated Marine Corps for several years, he received his doctorate in history from the University of Nebraska. Focused on economic topics, Johnson reads Russian and has published in journals such as “The Salisbury Review,” "The Constantian" and “The Social Justice Review."