Tres teorías tradicionales de la ética

Kant fue uno de los filósofos morales más influyentes.

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Los filósofos han discutido y debatido acerca de la moral, la ética y la libertad humana desde hace más de 2.000 años. La religión también se ocupa de preguntas sobre la vida moral y ética. La religión depende de una fuente teológica para su código moral. La filosofía, en cambio, intenta desarrollar marcos morales y éticos a través del pensamiento y la razón. La filosofía ha producido diversos sistemas éticos, pero hay tres filósofos morales que figuran como los más influyentes: Aristóteles, Immanuel Kant y John Stuart Mill.

Los orígenes de las tradiciones éticas

La tradición occidental de la ética comienza con Sócrates. Los pensadores presocráticos estaban preocupados por preguntas acerca de los orígenes del cosmos o de los elementos constitutivos básicos de la realidad, como el fuego, la tierra, el aire y el agua. Los presocráticos constituyeron los orígenes del pensamiento filosófico, ya que trataron de responder a sus preguntas a través de la razón más que a través de la religión. Sócrates convirtió al hombre en sí mismo en objeto de la filosofía. La pregunta principal que motivó a Sócrates fue la cuestión de la buena vida: cuál es su definición y cómo uno la vive. Este pensador sentó con eso las bases de la ética tradicional.

Aristóteles y la virtud

Sócrates y Platón sentaron las bases para el pensamiento ético, pero Aristóteles fue el primero en desarrollar un sistema ético sistemático. La ética de Aristóteles fue una relacionada con la virtud. La vida ética, según este filósofo griego, es una parte integral de los logros humanos. Aristóteles sostenía una visión teleológica del mundo, es decir, que todo tiene una función y un propósito específico. En la filosofía aristotélica, la finalidad del ser humano es vivir una vida conforme a la razón, lo que significa vivir de acuerdo con la virtud. Sin embargo, este pensador distinguía entre la razón teórica --la lógica y la ciencia-- y la razón práctica. La ética correspondía a una forma de la razón práctica y, por lo tanto, no se trataba de una ciencia exacta, sino que de algo que se enfrentaba a las ambigüedades e incertidumbres de la vida. La sabiduría práctica era para él la capacidad de elegir lo correcto de la manera correcta en el momento adecuado, que era la definición aristotélica de la virtud. Esta es una habilidad que se desarrolla con el tiempo y se convierte en parte de nuestro carácter.

Utilitarismo

El utilitarismo evalúa la moralidad de un acto a través de sus consecuencias. Jeremy Bentham y John Stuart Mill fueron las dos figuras centrales responsables de esta filosofía. Bentham desarrolló un cálculo moral basado en el "principio de la felicidad más grande". Una acción es moral cuando produce la mayor suma de felicidad posible para el mayor número de personas. Bentham interpretaba la felicidad en términos de obtener placer y evitar el dolor. Mill presentaba una forma más sofisticada del utilitarismo. Hizo una distinción cualitativa entre los placeres. Hizo hincapié en la importancia de la educación y en su papel en la formación de la personas hacia los placeres más elevados. Él fue un partidario temprano de los derechos de la mujer y la igualdad.

Kant y la deontología

La deontología propone que la moralidad de un acto se evalúa según su intención y no según sus consecuencias. La deontología hace hincapié en el deber por sobre la felicidad y el término se deriva de dos palabras griegas: "deon" (deber) y "logos" (ciencia). Immanuel Kant fue la figura central asociada a la ética deontológica. Él sostuvo que lo único que es bueno, sin reservas, es la "buena voluntad". Los seres humanos, a lo ojos de Kant, están constituidos por la voluntad. A pesar de que somos seres naturales que tienen que cumplir con las leyes de la naturaleza, también tenemos la libertad de elegir para actuar de cierta manera. Kant modeló su idea de la ley moral en base a la universalidad de las leyes de la naturaleza. Cada decisión se basa en un principio subjetivo o máxima que guía la acción. Una acción es moral sólo si la máxima puede ser universalizada, es decir, si no hay excepciones. Esto es lo que Kant llamó como "imperativo categórico". Al imperativo categórico se llega a través de la razón. "Está bien decir una mentira, dependiendo de las circunstancias" es un ejemplo de una máxima que no puede ser universalizada, ya que racionalmente se contradice.

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