Estilos de crianza

Los estudios de Baumrind, llevados a cabo entre 1967 y 1971 concluyen que los padres variaban en cuatro dimensiones: expresión de cariño, estrategias de disciplina, comunicación y expectativa de madurez.

Basándose en las cuatro dimensiones, Baumrind define tres distintos estilos de crianza. El primero es el parentesco autoritario, que consiste en expectativas de conducta altas, castigo por el mal comportamiento y poca comunicación. El segundo es el parentesco permisivo, que incluye mucha contención y comunicación, y raramente castigos, guía y control. El parentesco autoritativo es el último estilo que define Baumrind, diciendo que los padres ponen límites y castigos, pero escuchan a sus hijos y son capaces de ser flexibles.

Repercusiones de los estilos de crianza

Cada estilo de crianza tiene sus repercusiones más adelante en la niñez, adolescencia hasta la adultez. Basado en el estudio de Baumrind de 1967 y 1971, los niños criados por padres autoritarios probablemente serán obedientes y callados, pero no felices. Al internalizar sus frustraciones, esos niños probablemente se revelarán, dejando el hogar antes de los 20 años.

Los padres permisivos pueden esperar criar niños generalmente infelices y egoístas que no tienen control propio. Ser egoísta llevará a problemas en el relacionamiento. Estos niños normalmente son dependientes, muchas veces viviendo en casa de sus padres de jóvenes adultos.

Los padres autoritativos tienen un equilibrio entre los dos estilos anteriores. Los niños criados de esta manera deberían ser exitosos, felices y queridos por sus pares.

Recordatorios sobre la crianza infantil

Más allá del estilo de crianza que uses, hay algunas cosas importantes que pueden ayudarte en la relación con tus hijos y en el resultado de tus intentos.

Ten un plan disciplinario que ambos padres sigan consistentemente. La consistencia entre los padres es crucial. Habla con tu cónyuge si no estás seguro de cómo manejar una situación.

No recompenses la mala conducta. Esto parece simple, pero gritarle a tu hijo o darle atención de cualquier tipo cuando se comporta mal será contraproducente. Recuerda apegarte al plan disciplinario en vez de exagerar.

No le mientas a tus hijos. Una mentirilla blanca no daña a nadie, pero no marca el ejemplo que quieres darles.

Enseña a tu hijo a pedir perdón, y más importante, tú debes estar dispuesto a aceptar la disculpa.