Medicamentos antimicóticos para perros

Cuida a tu perro de las enfermedades micóticas.

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Las enfermedades micóticas en los perros son causados porque el animal inhala esporas micóticas o por contaminación de la piel del perro por hongo. Las esporas micóticas son habitantes normales del ambiente y, cuando entran en contacto con las células del perro, liberan enzimas que producen toxinas y matan, digieren e invaden las células huésped. Una infección micótica puede iniciar de manera superficial, pero después se propaga a todo el cuerpo. El tratamiento puede ser prolongado y costoso.

Tipos

Los fármacos antimicóticos son un tipo de medicamentos antimicrobianos de uso veterinario que se utilizan para tratar infecciones en piel y sistémicas en perros. La micosis superficial (infecciones micóticas en piel) como la tiña, y micosis profundas (infecciones micóticas sistémicas en el cuerpo) como histoplasmosis, criptococcosis, candidiasis y aspergillosis se han tratado exitosamente con este grupo de fármacos.

El ketoconazol, itraconazol y la anfotericina B son antifúngicos producidos sintéticamente para tratar animales con micosis sistémicas. Las infecciones micóticas sistémicas pueden invadir los pulmones, el sistema linfático, tejidos profundos de la piel y el corazón del perro, lo que causa edema (acumulación de fluido) en todos estos órganos. Son enfermedades potencialmente fatales. El veterinario por lo general recomendará que los dueños den primero dos fármacos en píldoras mientras se administra anfotericina B vía intravenosa en un consultorio clínico. El ketoconazol también puede ser recomendado para tratar la tiña en perros.

La griseofulvina también se utiliza comúnmente en perros para tratar dermatofitos (tiña). Este fármaco normalmente se administra en forma de píldora junto con otros fármacos antimicóticos que receta el veterinario. También puede recomendar que el animal reciba un baño medicinal una a dos veces a la semana hasta que los dematofitos dejen de verse microscópicamente en las muestras de las áreas de piel infectadas.

Función

Los fármacos antimicóticos funcionan al vincularse a un punto específico en la membrana celular del hongo, lo que causa que la célula pierda componentes y dañe su mecanismo viviente. Este efecto se llama "fungicida" (que significa que la célula del hongo morirá) o "fungistático" (la célula del hongo no crecerá o se reproducirá), dependiendo de la concentración del fármaco en el sitio de la infección.

Beneficios

Se ha demostrado que los fármacos antimicóticos son el tratamiento más efectivo para infecciones micóticas en perros que están diagnosticados correctamente y se les administra el fármaco correcto. La mayoría de los perros pueden recuperarse de las infecciones superficiales y sistémicas con el tiempo. Los efectos secundarios pueden minimizarse y tratarse fácilmente con supervisión constante por parte del veterinario y del dueño.

Consideraciones

Algunos veterinarios pueden recomendar la combinación de medicamentos para tratar todas las formas de la infección micótica diagnosticada. La mayoría de los perros requieren tratamiento con el paso del tiempo, desde semanas a meses. En particular en los casos graves se puede requerir tratamiento hasta de un año. Con los tratamientos de largo plazo, el veterinario normalmente recomendará hacer una serie de pruebas de sangre para determinar la función del hígado o riñón, así como supervisar el éxito del tratamiento. También pueden tomarse cultivos de pelo y piel para revisar el crecimiento micótico en el caso de un perro con tiña. Incluso con una buena respuesta del tratamiento, las recaídas son comunes, y algunos perros pueden necesitar una tratamiento de por vida para estar en remisión.

Advertencia

Las perras preñadas no deben ingerir fármacos antimicóticos, ya que se ha demostrado que causan abortos y defectos de nacimiento en laboratorios de animales. Tampoco se recomiendan para perros de cría ya que pueden estar relacionados con disminución en niveles de testosterona y cortisol en hembras. Los efectos secundarios pueden incluir náusea, vómito, y anorexia junto con el mal funcionamiento del hígado y/o riñones.

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