Step 1

Revisa fácilmente la temperatura mediante la compra de un termómetro de horno en una ferretería, una rebaja o incluso en una tienda de comestibles que tenga una selección de artículos para cocina. Busca un termómetro pequeño redondo de metal que frecuentemente tienen un gancho para colgarlo en un estante de horno.

Step 2

Ten en cuenta la temperatura del termómetro antes de colocarlo en el horno frío. Colócalo en un estante del centro del mismo.

Step 3

Ajusta el horno a 350 grados. Después de 20 minutos, retira el termómetro con guantes para horno, ya que estará caliente. Fíjate la temperatura. Se debería leer 350 grados F (176,6 grados C). Si se observa una diferencia de más de 10 grados, tendrás que ajustar el termostato del horno.

Step 4

Quita la perilla de control de temperatura. En muchos hornos, encontrarás una línea debajo de la perilla que muestra cómo restablecer la temperatura, o un disco debajo o en la parte posterior de la perilla. Sigue las instrucciones del fabricante impresas allí. Si no hay ninguna, se puede ajustar el termostato fácilmente.

Step 5

Afloja el tornillo con un destornillador y mueve el disco en sentido antihorario para elevar la temperatura si es necesario. Si el horno está demasiado caliente, muévelo en sentido horario para bajar la temperatura. Cada muesca en el disco representa un cambio de 10 grados. Ajusta el medidor del horno en consecuencia, dependiendo de la diferencia entre la temperatura y la lectura que dé el termómetro.

Step 6

Aprieta el tornillo y vuelve a colocar la perilla. Deja que el horno se enfríe completamente. Inserta el termómetro en el estante del centro como antes. Ajusta el horno a 400 grados F (204,4 grados C). Después de 20 minutos, retira el termómetro con un guante de horno. Comprueba la temperatura del termómetro. Se debería leer 400 grados F. Si no, tendrás que quitar la perilla como antes y ajustar el termostato en consecuencia.