Cómo funciona el herbicida orgánico

Los herbicidas orgánicos están hechos de ingredientes naturales.

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Los herbicidas orgánicos están hechos de ingredientes naturales. Son herbicidas libres de químicos. Existen tres tipos principales que son comúnmente utilizados: ácidos, ácidos grasos, inhibidores de crecimiento y sal.

Herbicidas orgánicos

Ácido

Los herbicidas con ácido contienen ingredientes como limón, lima o vinagre. La concentración ácida del herbicida orgánico es usualmente del 15 al 20 por ciento. Este se rocía directamente sobre las hojas de la hierba. El ácido destruye la capa protectora de las hojas que toca, haciendo que estas mueran. El ácido puede también caer en las raíces haciendo que muera la planta. Debes tener cuidado y evitar rociar herbicida ácido directamente sobre las plantas que deseas conservar, pues matará cualquier planta que toque.

Ácidos grasos

Los herbicidas de ácidos grasos disuelven las membranas de las hojas de las plantas, que causa que se sequen y mueran. Un ingrediente común en este tipo de herbicidas es la grasa ácida del jabón de coco. Como cualquier herbicida ácido, los ácidos grasos matarán cualquier planta que toquen. Evita rociar plantas que quieres conservar.

Inhibidores de la germinación

El inhibidor de germinación natural más utilizado es la harina de gluten de maíz. Esta previene que las nuevas plantas crezcan, pero no dañará a las que ya tienen un sistema de raíz. Viene en forma de polvo o bolitas. Se esparce sobre una área para prevenir que crezcan nuevas hierbas o para matar a las que han salido pero que aún no desarrollaron la raíz. Lo bueno del gluten de maíz es que puede esparcirse sobre un césped establecido u otras plantas sin dañarlas. Sólo evitará el crecimiento de nuevas semillas.

Sal

Las variedades de rocas de sal para jardín son usadas como herbicida salino. La sal deshidrata las hojas de las plantas, lo que las mata. Si la sal se aplica a la tierra, deshidratará las raíces y también las matará. Debes tener cuidado cuando apliques sal a la tierra. Esta permanece en ella y una aplicación recurrente hará que la tierra quede inutilizable para que la planta crezca. Si se aplica mucha sal en una zona de jardín, ésta puede esparcirse a la tierra que la rodea y matar las plantas que deseas conservar. La sal funciona mejor en zonas donde no se desea que crezcan plantas, como grietas en el concreto.

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