Sartén

Agrega una cucharada de aceite o mantequilla a la sartén y caliéntala ligeramente sin quemarla. Este paso impide que la carne se adhiera y le agrega un poco de sabor adicional. Si estás utilizando una sartén antiadherente y prefieres no usar grasas, este paso no es necesario.

Saltea la mitad de la cebolla con una cucharadita de ajo fresco para saborizar antes de poner los muslos de pollo en la sartén.

Coloca el pollo en la sartén, sazónalo con sal, pimienta o cualquier otro condimento que prefieras, tapa la sartén y cocina a fuego lento a medio durante 20 minutos. Agrega un cuarto de taza de caldo o un consomé en esta etapa para que la comida sea un poco más sabrosa.

Levanta la tapa de la sartén y da vuelta los muslos usando un par de pinzas. No pinches la carne con un tenedor, ya que esto hará que se liberen sus jugos. Déjala destapada mientras los muslos se cocinan 10 minutos más, permitiendo, así, que los muslos se tornen ligeramente crujientes.

Reduce el fuego y comprueba la temperatura de los muslos. Cocina el pollo hasta que la temperatura interna sea de 165 grados para que sea seguro comerlo. Utiliza un termómetro para cocinar para verificar la temperatura colocando la sonda en la parte más gruesa del muslo. Cuando haya llegado a 165 grados, retíralo del fuego y sírvelo inmediatamente.

Bandeja para el horno

Precalienta el horno a 350 grados

Engrasa ligeramente el fondo del molde con aceite o mantequilla. Esto evita que la carne se adhiera a la bandeja.

Coloca los muslos de pollo en el molde y condiméntalos. Cubre el molde con papel de aluminio y colócalo en la rejilla del medio del horno. Ajusta el temporizador a 30 minutos.

Retira cuidadosamente la bandeja del horno después de los 30 minutos y retira el papel de aluminio. Coloca la bandeja de nuevo en el horno durante 10 minutos, permitiendo, así, que el pollo se dore mientras se termina de cocer. Puedes retirarlo y servir.