Excava el suelo en un sitio que reciba al menos ocho horas de sol cada día. Crea un hoyo que sea el doble de grande que el tamaño de la maceta que contiene el árbol. Ubica los sitios de plantado separados entre sí, unos 15 a 20 pies.

Mezcla el estiércol o el abono vegetal en el suelo con un rastrillo de jardín. Reemplaza la mitad de la tierra excavada.

Remoja las raíces de los rizomas en un balde con agua durante una hora, antes de plantar. Riega el recipiente que contiene los árboles y déjalos reposar por media hora antes de plantarlos.

Quita suavemente el árbol de su maceta. Ubícalo en el hoyo. Si es necesario ajusta la cantidad de tierra que queda bajo las raíces para mantenerlo en la misma posición que tenía en la maceta temporal. Cuando el pistacho quede en la posición correcta, llena el agujero.

Presiona la superficie del suelo con el talón para afirmar la posición del árbol. Remueve las bolsas de aire que puedan encontrarse alrededor de las raíces.

Riega el pistacho hasta que se empiecen a formar charcos en la superficie del suelo. Esto indica la saturación completa del sitio de plantado. Inspecciona el suelo que rodea el árbol a diario, durante 15 días. Si sientes la superficie seca, añade de uno a dos galones de agua. Una vez que el árbol muestre signos de nuevo crecimiento, échale agua una vez cada dos semanas durante 30 minutos, en temporada de cultivo.

Esparce una taza de alimento de uso múltiple en torno a la base del árbol, cada primavera. Vierte agua sobre los gránulos para que disuelva el compuesto y lleve los productos químicos a las raíces del árbol.

Cosecha las semillas cuando estén maduras. La cáscara de los pistachos maduros se volverá de un color rojo amarronado y se abrirá para revelar su parte comestible.