Cocinas y hornos de comienzos de 1900

Las primeras estufas eléctricas eran pequeñas y limpias, pero tenían un funcionamiento caro.

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Los modernos hornos y cocinas eléctricas o a gas son sencillos, limpios y fáciles de usar. Representan un avance significativo respecto a los modelos anteriores, que necesitaban cuidado constante y quemaban de modo ineficiente. El uso de la cocina de principios del siglo XX era difícil y consumía mucho tiempo. La mayoría de los hornos de ese período quemaban madera o carbón, y sólo existían unos pocos eléctricos y de gas en el mercado. Todo requería mucha más atención que en las cocinas de hoy en día.

Cocinas a leña

Las cocinas a leña fueron menos comunes durante el cambio de siglo de lo que habían sido en los anteriores cien años, ya que el carbón quemaba con más calor y más eficientemente. Sin embargo, aún existían muchas a leña. Hechas de hierro fundido pesado, éstas tenía una caja de combustión para la leña. El fuego calentaba el horno y de cuatro a seis quemadores. Muchas tenían uno separado, llamado "horno blanco", pero en algunas, la cámara de combustión y el horno compartían el mismo espacio. Los calientes eran colocados a un lado y se podían utilizar para calentar sobras y panes. El fuego en una cocina a leña se podía encender antes de cada comida o dejar que siguiera prendida todo el día. Éstas, por lo general, tenían una gran caja de combustión que permitía echar grandes trozos de leña.

Cocinas a carbón

El carbón gradualmente fue reemplazando a la madera como combustible para las cocinas, porque generaba más calor y se quemaba más lentamente. La mayoría de las estufas de cocina a carbón tenían un grueso revestimiento de arcilla refractaria y en el interior tenían una caja de combustión más pequeña que las que se encontraban en las cocinas a leña. Además, las rejilla venían más separadas para permitir un mayor flujo de aire. De lo contrario, la cocina se hubiera parecido a una estufa de leña. Al igual que las a leña, éstas estaban hechas de hierro fundido y necesitaban de una aplicación regular de una sustancia llamada pulidor de cocina o "stoveblack". Esto mantenía las superficies con un tono negro uniforme y brillante, pero se trataba de una sustancia que al aplicar resultaba sucia y maloliente. El carbón producía más calor que el fuego de la madera que, por lo general, no duraban todo el día. Una cocina con una estufa de carbón generalmente estaba muy caliente. A pesar de la potencia del mayor calor del carbón, no era un combustible muy eficiente ya que alrededor de un 7/8 de la potencia de calentamiento del combustible subía por la chimenea, según informa el sitio web PBS.org.

Cocinas a gas

Las primeras cocinas a gas fueron desarrolladas a principios del siglo 19, pero no fueron competencia para las de leña y a carbón hasta finales de ese siglo, cuando el gas de carbón de cañería se hizo común para la iluminación del hogar. Las primeras eran bajas y cuadradas, con una forma similar a las de carbón o las a leña, pero sin una caja de combustión grande. Las estufas a gas eran generalmente más pequeñas que las más convencionales, y tenían una mayor superficie que se mantenía fría. También éstas redujeron el trabajo de cuidar el fuego y el de transportar el combustible. Sin embargo, el servicio de gas no estaba disponible en todos los lugares, y además el gas de carbón era tóxico y costaba más que la madera o el carbón ordinario. Según la Academia Nacional de Ingeniería, las estufas a gas no llegaron a ser comunes hasta la llegada del gas natural, que era a la vez más seguro y menos costoso. En 1930, EE.UU. contenía aproximadamente el doble de cocinas a gas comparado con el número de cocinas a leña o a carbón, de acuerdo con la NAE (sigla inglesa de la mencionada academia). Algunas personas utilizaban una combinación de quemadores a carbón y a gas para mantenerlas más frescas en verano.

Cocinas eléctricas

Si bien tomó mucho tiempo para que la estufa eléctrica se volviera popular, ya existía a comienzos del siglo XX. Además de la iluminación y de otros aparatos eléctricos, la Feria Mundial de 1893 incluyó en su exposición a la cocina eléctrica. Sin embargo, menos del 10 por ciento de los hogares estaban conectados en realidad con electricidad y la energía resultaba cara. Esto hizo que las primeras fueran ineficientes y una opción viable sólo para quienes eran muy ricos. Éstas eran en su mayoría una curiosidad durante la primera parte del siglo, hasta que los termostatos de horno funcionales y la propagación del alambrado de casas, hicieron posible las cocinas para la clase media.

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