La vida de la mujer antes de que obtuviera sus derechos

Denegado el derecho a una educación formal, muchas mujeres trabajaban como sirvientas.

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Al nacer el Movimiento Feminista Estadounidense en 1848 se allanó el camino para la legislación, lo que revolucionó la vida de las mujeres. El movimiento se formó porque para su manutención, ellas dependían de los hombres y de las instituciones de caridad. Se les negaba el acceso a una educación formal, se les despojaba de sus derechos de propiedad al contraer matrimonio, no podían votar y se les negaba el uso de analgésicos durante el parto, ya que se creía que esto iba en contra de la voluntad de Dios.

La educación y el trabajo

Las mujeres no podían beneficiarse de una educación formal, ya que los colegios y las universidades se negaban a aceptarlas como estudiantes. Esto cambió en la última parte del siglo XIX. Para 1870, se estima que una quinta parte de las universidades y de los estudiantes universitarios eran mujeres, según informa el Centro Internacional de la Mujer. Tradicionalmente, las niñas de clase alta eran educadas en casa por sus institutrices, mientras que sus hermanos asistían a la universidad. Las materias se restringían a aquellas que se consideraban apropiadas para las mujeres, como la lectura, la escritura, el francés, la costura y el piano. Las niñas que provenían de ambientes más desfavorecidos no recibían educación y, por lo general, no sabían ni leer ni escribir, lo que las obligaba a entrar en puestos de trabajo del servicio doméstico o a trabajar como costureras o lavanderas. Incluso las mujeres educadas de clase media tenían pocas perspectivas de empleo y por lo general trabajaban como profesoras o institutrices privadas.

El parto

A las mujeres se les negaba la anestesia durante el parto debido a que los clérigos creían que eso estaba en contra de la voluntad de Dios. Se justificaban a través del decreto bíblico que sentenciaba a las mujeres: "con dolor darás a luz los hijos". La anestesia se administró por primera vez de manera oficial en Estados Unidos en 1848.

La propiedad

En el estado de Nueva York se aprobó la primera Ley de Propiedad de la Mujer Casada (Married Woman’s Property Act) en 1848. Antes de esto, las mujeres no tenían ningún derecho a su propiedad. Una vez casadas, la propiedad pasaba legalmente a su marido, quien disponía de ella a su agrado. Esto significaba, por ejemplo, que un hombre podía vender una propiedad que anteriormente pertenecía a su esposa para pagar sus deudas en los juegos de azar u otro tipo de gastos. La nueva legislación dio a las mujeres casadas que habían heredado alguna propiedad iguales derechos que los que tenían las mujeres solteras, y allanó el camino para una legislación similar a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Sin embargo, las mujeres aún tenían derechos limitados a los bienes adquiridos mientras estuvieran casadas. En la década de 1870, los estados aprobaron una ley que daba a las mujeres los derechos legales de su propiedad conyugal, aunque una mujer sólo podía administrar la propiedad si su esposo moría.

Creencias

En los siglos XVIII y XIX, las mujeres se percibían como frágiles y delicadas, ideas que se nutrían de las creencias de que no eran aptas para el exigente trabajo físico e intelectual. La sociedad de estos tiempos esperaba que los hombres fueran galantes y caballerosos con las mujeres, aunque este comportamiento se limitaba a menudo a las mujeres que eran ricas y tenían títulos de propiedad. El escritor del siglo XIX Charles Lamb, escribió en su ensayo "Modern Gallantry” (La galantería moderna) que los hombres aristócratas, reconocidos por su galantería para las mujeres de su propia clase, a menudo trataban a las pobres e indefensas con desprecio y mofa.

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