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El exceso de riego es una forma común y con frecuencia accidental de matar a las plantas de interior. Aunque el agua es esencial para las plantas, ya que transfiere los nutrientes del suelo a sus células, el exceso de humedad hace que el dióxido de carbono se acumule en el suelo y en última instancia, impida el flujo de oxígeno a los pelos de las raíces de las plantas. La caída del follaje, los tallos tiernos, las hojas amarillas y las puntas negras de las hojas son indicaciones de que las plantas han sido regadas en exceso. Afortunadamente, una planta demasiado regada se puede restaurar siempre y cuando sus tallos no se estén pudriendo. Salvo las plantas perennes, los ejemplares con tallos podridos están demasiado dañados para recuperarse.
Paso 1
Retira toda la planta, incluyendo su bola de raíces, de su maceta. Corta las raíces podridas del cepellón utilizando una tijera de jardín.
Paso 2
Envuelve las raíces de la planta en toallas de papel para absorber la humedad. Drena todo el exceso.
Paso 3
Vuelca todo el agua de la maceta. Remójala en una solución de 10 por ciento de cloro blanqueador doméstico y 90 por ciento de agua durante una hora para matar bacterias causantes de enfermedades.
Paso 4
Enjuaga la maceta con abundante agua limpia. Seca el recipiente con toallas de papel nuevas.
Paso 5
Llena un tercio del recipiente con mezcla para macetas fresca. Desenvuelve las raíces y coloca toda la planta en el recipiente.
Paso 6
Añade mezcla para macetas adicional alrededor de la planta hasta que no quede espacio vacío en el recipiente. Presiona la tierra hacia abajo alrededor de la planta para compactarla.
Paso 7
Ubica la maceta en un lugar soleado. Deja que la bola de raíces se seque completamente antes de regar la planta de nuevo.
Más reciente
- Riega la planta de acuerdo a sus necesidades específicas para evitar hacerlo en exceso y dañarla.
- El riego inadecuado de la planta recientemente puesta en maceta la dañará de nuevo.
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